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Reina nació en el seno de una familia católica. Era la mayor de tres hermanos; y para su padre, ella era la niña de sus ojos. Sin embargo, de su madre solo recibió maltrato físico y psicológico.

Reina recuerda que su padre tenía una Biblia verde, que abría todas las noches para leerle historias maravillosas y sembrarle enseñanzas que se grabaron en su mente para siempre. Desde sus más tiernos años, la Palabra de Dios comenzó a llenar su corazón de fe y amor por el Señor.

Pero todo comenzó a oscurecerse en su vida un trágico 12 de julio de 1988. La familia había ido de vacaciones a una playa, y su madre y su hermano entraron al agua en un flotador, pero comenzaron a hundirse. Ella corrió hacia su padre para pedir auxilio, y él, sin pensarlo, se lanzó al rescate. Trágicamente, cuando acabó todo, tres de sus seres más amados fueron llevados por las olas y murieron.

Reina quedó huérfana con solo 7 años de edad. Un tío, también cristiano como su padre, la adoptó junto con su hermana menor, y en ese hogar siguió leyendo la Biblia y asistiendo a una iglesia bautista. Su corazón fue aliviado un poco ante la pérdida de sus padres.

A pesar del dolor y la tragedia, desde niña Reina siempre soñó con una vida maravillosa. Anhelaba trabajar en un banco, porque admiraba mucho a las personas que trabajaban allí. Así, a los 19 años terminó su carrera en Contabilidad y su sueño se hizo realidad: consiguió trabajo en un banco.

A causa de la violencia y criminalidad desatada en su país, ella y su hermana se vieron obligadas a viajar a la ciudad de Los ángeles, en los Estados Unidos, en 1998, donde fueron recibidas por unos familiares. Luego viajó a Houston, Texas, donde consiguió trabajo y conoció a quien sería el padre de sus hijos.

Reina siempre soñó casarse con alguien que la amara y que compartiera su fe. Él, al principio, parecía amarla y respetarla; fue así como, a los 21 años, tomó la decisión de casarse, aunque con cierto temor, porque su esposo no conocía a Dios. Pero la ilusión del matrimonio duró muy poco; pronto quedó embarazada, y con ello llegó el maltrato, primero verbal y luego fisico. Cada día recibía golpes y palabras que herían profundamente su corazón. Cierta vez, su esposo llegó a casa, le puso un revólver en la cabeza y le dijo que la mataría. Ella no entendía la ira de su compañero de vida. Ella creía que el matrimonio era para siempre, y en sus oraciones le pedía a Dios que lo cambiara.

Cuando nació su primera hija, pensó que él cambiaria, pero no fue así; al contrario, las cosas empeoraron. Él tenía otra mujer con quien esperaba un hijo, mientras ella daba a luz a su hija de ese mismo hombre que la maltrataba. Cuando supo de esa relación que tenía su marido, se sintió la mujer más desdichada del mundo, pero no tuvo fuerza para dejarlo. Y el maltrato continuó.

Un día, mientras revisaba el correo postal, vio que habían llegado a su domicilio cuatro cartas de la Corte.Eran demandas de manutención para los hijos que su marido tenía con otra mujer más. Entonces tomó la decisión de divorciarse, pero él la amenazó con matarla. Ese hombre estaba acabando con su vida: la golpeaba, saqueaba cada día su cuenta del banco, y hasta la violó, dejándola nuevamente embarazada. Aunque él pidió que abortara a su hijo, ella decidió tenerlo.

Finalmente, ella decidió divorciarse, pero aquel hombre malvado le propinó una paliza que la dejó en coma durante cinco meses en la unidad de cuidados intensivos. Después de muchos intentos, los médicos pensaron que había llegado la hora de desconectarla; pero Dios hizo un milagro y la devolvió a la vida.

Su ex esposo recibió una condena de cincuenta años de prisión. Ella recuperó su salud y regresó a su iglesia. Pero sus hermanos de fe la acusaron, porque, según ellos “el matrimonio es para siempre”. Reina sintió el peso del dolor y la soledad en lo más profundo de su corazón: parecía que Dios mismo la había abandonado.

Entonces, en su casa se arrodilló, y llorando le pidió Dios que la llevara a un lugar donde se sintiera amada. Un día estaba buscando un sermón en YouTube, y encontró un video del pastor Joel Flores con un mensaje sobre el amor de Dios. Le pareció que Dios le estaba hablando. Escribió al pastor Flores, quien le aconsejó que buscara una iglesia adventista. En 2016, estudió en línea el curso bíblic “Biblia fácil” con el pastor Joel. Y así, después de dos años, en marzo de 2018 llegó por primera vez al templo adventista de Spring Branch, en Houston, donde la recibieron con mucho amor. En unas reuniones de hogar Dios tocó su corazón, y decidió bautizarse el 5 de mayo del 2021, junto con sus hijos.

Hoy, Reina es una madre feliz; ha perdonado al que intentó quitarle la vida; tiene un trabajo estable y sirve en la iglesia junto con sus hijos.

Jesús siempre estuvo con ella en los momentos más oscuros de su vida, y también hoy puede estar contigo. Jesús siempre está a tu lado. Él promete: “Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días” (Mateo 28:20, DHH).*

Él es la Fuente de nuestro consuelo, poder y esperanza inquebrantable. ¡Vayamos a él!

Quien realizó la entrevista es máster en Teología y pastor de la Iglesia Adventista Hispana de Spring Branch, Houston, Texas.

* Dios habla hoy®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Dios siempre está con nosotros

por Elmer Alferez
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2023