Número actual
 

La chimenea en el extremo de la sala parece sonreír. Suelto la Biblia que tengo en mis manos, mientras reflexiono en las palabras atribuidas a Jesús que acabo de leer: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). ¡Bienaventurado, feliz! ¿Quién puede serlo?

Las páginas de la historia registran ejemplos de hombres y mujeres que hallaron la felicidad a través de su entrega en beneficio de los demás. John D. Rockefeller (1839-1937) proveyó un ejemplo de cómo vivir feliz con una fórmula simple: cambiar el enfoque de uno mismo hacia otros. En 1879, su compañía petrolera Standard Oil manejaba casi el 90 por ciento del petróleo refinado en los Estados Unidos. A los cincuenta años de edad, era el hombre más rico del mundo. Pero en 1891 se quebrantó su salud y estuvo a punto de morir. Sin embargo, se recuperó de su enfermedad en unos pocos meses. ¿Cómo?

Aparte de una alimentación sencilla, descanso y ejercicio, Rockefeller decidió compartir su fortuna, y pasó los siguientes cuarenta años de su vida como un filántropo. A comienzos del siglo XX, su fortuna personal llegaba a casi 900 millones de dólares. Al tiempo de su muerte, su fortuna era de unos 26 millones. Sus donaciones hicieron mucho bien en el mundo. Y, en cuanto a él mismo, extendió su vida durante casi cinco décadas más, y vivió satisfecho hasta los 97 años.

Levanto la mirada y veo a través de la ventana. Nieva. Sacudo mi bolígrafo y vuelvo a mi Biblia; hojeo las páginas del libro de Proverbios, donde me encuentro con unas palabras que explican lo que experimentó el señor Rockefeller.

La fórmula

Proverbios 11:24 y 25 dice: “Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo. El generoso prosperará, y el que reanima a otros será reanimado” (NTV).1 De estas palabras del sabio Salomón podemos derivar al menos tres aplicaciones. Primera: Dios quiere nuestra prosperidad. Segunda: La fórmula de la prosperidad radica en dar con generosidad. Tercera: No dar, y no darse, equivale a una pérdida total.

La ciencia lo confirma

La felicidad se deriva no solo de dar cosas, sino de darse a uno mismo. Una revista especializada en temas de la salud de personas de la tercera edad, The Journals of Gerontology,2 publicó acerca de los beneficios de servir como voluntario en la comunidad. El estudio involucró a 2,867 adultos mayores de 60 años. Del total de participantes, el 47 por ciento de ellos había servido como voluntario el año anterior. Al comparar los exámenes físicos entre quienes habían participado del voluntariado y los que no lo habían hecho, se halló que estos últimos no gozaban de tanta salud como los primeros. Los que sirvieron como voluntarios tuvieron un nivel de satisfacción de vida más alto. Y quienes sirvieron como voluntarios en más de una organización en sus comunidades resultaron con un 26 por ciento mayor de satisfacción de vida. Incluso al comparar los resultados con personas menores de 60 años, el grupo de voluntarios bajo estudio resultó con niveles de satisfacción de vida mayores que los más jóvenes.

Numerosos estudios científicos han demostrado que los actos de bondad tienen, por ejemplo, un efecto positivo en el aumento de la producción de serotonina en el cerebro. La serotonina es un neuroquímico natural que tiene un efecto calmante, regulador del estado de ánimo y ansiolítico. Se considera una sustancia para “sentirse bien”, porque sirve como una vía para generar placer en el cerebro. La mayoría de los fármacos antidepresivos estimulan químicamente la producción de serotonina, lo que ayuda a aliviar la depresión.

La Revista Psychology Today publicó un artículo titulado “Lo que obtenemos cuando damos”, escrito por Christine Carter,3 y en él afirma: “Dar protege la salud en general el doble de lo que protege la aspirina contra las enfermedades cardíacas”. También hace mención de un estudio realizado en la Universidad de Harvard, llamando a este fenómeno el “Efecto Madre Teresa”. Los investigadores mostraron una película a 132 estudiantes de Harvard sobre el trabajo de la Madre Teresa entre la gente pobre de Calcuta. Luego midieron el nivel de inmunoglobina A presente en su saliva.4 El estudio reveló niveles marcadamente aumentados de inmunoglobina A en todos los que participaron de la prueba; y esto después de simplemente presenciar a otra persona involucrada en obras de caridad.

Haz la prueba

Practicar “cinco actos aleatorios de bondad en una semana puede producir un aumento de felicidad durante los tres meses siguientes”.5

En medio de una pandemia que ha dejado tanto duelo y dolor, la invitación de Jesús registrada en el relato del Buen Samaritano de San Lucas 10:38, nos llega hoy con el mismo peso de su divina compasión: “Ve, y haz tú lo mismo”.

1. La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

2. Marieke Van Willigen, Differential Benefits of Volunteering Across the Life Course, The Journals of Gerontology, serie B, tomo 55, núero 5, 1 septiembre 2000, pp. S308-S318, en https://doi.org/10.1093/geronb/55.5.S308.

3. “Acts of Kindness = Win-Win-Win Health Benefits!”, Self-Help Health, 23 de junio 2017, en https://selfhelphealth.wordpress.com/2017/06/23/acts-of-kindness-win-win-win-health-benefits/.

4. La inmunoglobina A es un anticuerpo que desempeña un papel fundamental en la inmunidad.

5. Ann Voskamp, Quebrantamiento (Nashville, TN: Editorial Vida, 2017).

El autor es doctorando en Psicología por la Universidad Andrews, y escribe desde Caldwell, Idaho.

La fórmula de la felicidad

por Juan Francisco Altamirano
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2023