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Se podría decir que la música ha acompañado al ser humano desde el principio de la creación; solo basta con escuchar el sonido del viento rozando las ramas de los árboles, o el cantar de los diversos tipos de aves, o incluso el mismo canto del ser humano. Proverbios 17:22 cita: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Definitivamente, un corazón que canta se alegra y, por ende, es curado y remediado de las tristezas o la tribulación.

Recuerdo aquel corito que cantábamos en la iglesia que decía: “¡Canta y tus penas se irán! Jesús te promete quitártelas; canta, y tus penas se irán”. La música en sí es inseparable del ser humano; tanto, que pareciera que fue hecha para acompañar nuestra existencia: en la iglesia, en el gimnasio, en el salón de clases, en el auto, en el supermercado y en un sinnúmero de lugares más. Diversos estudios médicos ofrecen evidencia científica de que la música tiene un valor incalculable para la salud mental y física del ser humano.1

  • Mejora las habilidades de coordinación, comprensión, aprendizaje y memoria.
  • Ayuda en la creatividad.
  • Proporciona emociones, recuerdos y experiencias.
  • Mejora el estado de ánimo y sacia la ansiedad.
  • Provoca apertura y socialización con las demás personas.
  • Genera salud y bienestar.
  • Estimula la producción de endorfinas y reduce el cortisol.

En mi carrera como músico, productor y maestro, me ha tocado trabajar con diferentes tipos de estudiantes, y es increíble cómo ciertos tipos de música pueden descontrolar un salón de clase y cómo otra melodía lleva a la concentración y logra en los estudiantes un estado de ánimo y atención plena. Tengo un gran amigo naturópata que en sus tratamientos para personas con Parkinson o pacientes autistas suele usar el efecto de la música; así logra un gran incremento del razonamiento espacial de dichas personas.

Todos en algún momento han experimentado cómo el sonido de una canción puede alterar el estado de ánimo y conducir a la alegría o la tristeza con solo algunos acordes. Una melodía musical favorita puede despertar recuerdos positivos, mejorar el estado de ánimo y crear un entorno relajante y agradable. Por el contrario, utilizada de maneras inapropiadas, altisonantes y con letras y ritmos ofensivos, la música también puede ser una herramienta para el mal. Elena G. de White, una autora renombrada, afirma: “Cuando no se abusa de la música, ésta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición”.2 La música puede acercarnos a Dios o alejarnos de él.

Lamentablemente, el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla de bien y de mal. La música no es moral ni espiritualmente neutral. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira, odio y violencia.

Sin lugar a dudas, la música tiene un impacto poderoso sobre cada persona que la escucha, y es muy importante saber cómo utilizarla para nuestro beneficio y salud. Elegir buena música para dormirnos o levantarnos o para salir a caminar son ejemplos del uso apropiado de este don inefable. Disfrutemos del sonido de los pájaros, el agua y el viento; son terapias propias de la naturaleza que Dios proveyó para nuestro disfrute y consumo.

Dios nos ayude a aprovechar todos los beneficios que ofrece la música para nuestra salud mental, física y espiritual.

Más música en la rutina diaria*

Hay muchas posibilidades para utilizar la música en la vida diaria. Estas actividades pueden implementarse desde la infancia y a lo largo de toda la vida, y pueden servir como guía y como tradiciones para toda la familia.

  • Facilitar las transiciones durante el día: Las transiciones son los cambios de actividades a lo largo del día; por ejemplo, pasar de estar durmiendo a despertarse, o terminar de comer y prepararse para salir a trabajar o a la escuela. La música puede acompañar esos momentos y facilitar las transiciones. Elegir una canción o música tranquila y ponerla de fondo en ciertos momentos del día puede ayudar a toda la familia a pasar de un momento al siguiente con mayor tranquilidad.
  • Realizar expresión libre con música: La música es un gran recurso que se puede utilizar cuando se vive un exceso de adrenalina o energía. Moverse acorde a música rítmica, con predominio de instrumentos de viento o percusión, ayuda a descargar esa energía, e incluso las emociones de enojo, de forma saludable.
  • Hablar con canciones: Un juego muy divertido que puede practicarse en familia es hablarse por medio de fragmentos de canciones. Puede llevarse a cabo cantando una parte de una canción que exprese las emociones internas de la persona, o incluso aprovechando la tecnología y reproduciendo el fragmento elegido. También pueden utilizarse consignas para guiar la elección de música, como “mis sueños para el futuro”, “lo que hice ayer”, o cualquier otra situación o temática que puedan imaginar.

* “Actividades musicales para trabajar las emociones”, en https://cuentosparacrecer.org/blog/actividades-musicales-para-trabajar-las-emociones/.

1. Marisabelle Diaz-Falcon, musicoterapeuta de Massachusetts, afiliada a Harvard. Hospital General.

2. Elena G. de White, El hogar cristiano, p. 371.

La música y la salud

por Missael Mañón
  
Tomado de El Centinela®
de Enero 2024