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Recientemente hice un viaje por carretera. Me tomó unas doce horas, pero los paisajes me sorprendieron gratamente por su belleza y fueron causa de continua alabanza a Jesús, el Creador de tanta maravilla. Como seres humanos, nos asombra su poder creador, su amor capaz de dejar el cielo y dar su vida por un mundo pecador, y su misericordia que nos sostiene cada día. ¡Jesús nunca deja de sorprendernos!

¿Has pensado alguna vez si hay algo que sorprenda a Jesús? ¿Existe la posibilidad de que nosotros, simples mortales, causemos admiración en nuestro Señor? La respuesta rápida es que no es posible; sin embargo, el registro bíblico nos cuenta un momento en que Jesús se asombró.

Jesús estaba entrando en Capernaum cuando un centurión romano le rogó: “Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado”. Jesús le respondió: “Yo iré y le sanaré” (S. Mateo 8:6, 7). Jesús dijo que iría a sanarlo, pero la respuesta franca y segura de este militar romano pagano nos revela una confianza sin precedentes: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace” (vers. 8, 9).

Estas palabras no solo eran producto de la lógica militar, ellas revelan su confianza plena en la autoridad divina.

El centurión, nacido en el paganismo y educado en la idolatría de la Roma imperial, adiestrado como soldado, aparentemente separado de la vida espiritual por su educación y ambiente. . . percibió la verdad a la cual los hijos de Abraham eran ciegos. . . Al resplandecer sobre él ‘la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo’ (S. Juan 1:9), aunque se hallaba lejos, había discernido la gloria del Hijo de Dios.1

Esa fe sorprendió a Jesús y declaró: “Les digo la verdad, ¡no he visto una fe como esta en todo Israel!” (S. Mateo 8:10, NTV).2 Imagina ese momento: ¡Jesús, el Hijo de Dios, el Creador del universo, estaba asombrado! No por grandes templos ni rituales, sino por la fe genuina de este hombre. Jesús se maravilla ante esa clase de fe: una fe que abre los cielos, que inspira a creer sin límites y va más allá de las expectativas humanas.

El centurión no solo recibió su milagro, sino también la admiración del Hacedor de milagros. Esto nos recuerda que en cada situación, Dios busca corazones que confíen plenamente en él. Hebreos 11:6 dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios”.

Hoy, podemos tener el valor de decirle al Señor: “Solo di la palabra”. Este acto sencillo, pero lleno de fe, tiene poder para desatar las maravillas de Dios en nuestra vida. Es tiempo no solo de que Jesús nos sorprenda (de hecho, él nos sorprende a cada minuto y segundo con su amor y cuidado); es tiempo de vivir una fe que deje a Jesús asombrado. ¿Te animas a vivir tal fe?

¿Cómo sorprender a Jesús?

  • Cree más allá de lo lógico. Confía en Jesús sin necesitar pruebas ni garantías.
  • Reconoce su autoridad. Basta una palabra suya para cambiarlo todo; él tiene el control.
  • No te limites por tu pasado. Jesús mira tu fe, no tu historia.
  • Sé motivo de admiración en el cielo. Vive con una fe sincera.

1. Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 284.

2. La cita marcada con NTV fue tomada de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

Peter Simpson es misionero, doctor en Teología y ha servido a las iglesias en varios países. Escribe desde Vancouver, Washington.

Una fe que sorprende

por Peter Simpson
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2025