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Los milagros de Jesús no fueron simples demostraciones de poder divino, sino expresiones profundas del amor y la compasión de Dios por la humanidad. Cada milagro que realizó tuvo un propósito claro: revelar el carácter del Padre, traer restauración al ser humano y fortalecer la fe y la esperanza de quienes lo rodeaban.

Jesús obró milagros en diferentes contextos: sanó a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, hizo caminar a los paralíticos, multiplicó alimentos para saciar el hambre de las multitudes y hasta resucitó a los muertos. Todos estos actos tenían un hilo común: traer vida donde había muerte, paz donde reinaba la angustia, y esperanza donde todo parecía perdido. Más que hechos extraordinarios, fueron señales del reino de Dios irrumpiendo en el mundo.

Cada milagro apuntaba más allá de sí mismo, guiando los corazones hacia una relación más profunda con Dios. Cuando sanó al ciego de nacimiento, no solo le dio la vista física, sino que también lo llevó a reconocerlo como el Hijo de Dios. Cuando resucitó a Lázaro, dejó claro que él es “la resurrección y la vida”, e invitó a todos a creer en él como la fuente de vida eterna.

Los milagros de Jesús siguen hablando en nuestra vida hoy. Si Jesús dio alegría en medio del llanto, paz en medio de la tormenta, y una firme esperanza para sostener la fe, hoy puede hacer lo mismo en tu vida. El propósito de esta revista es iluminar tus días oscuros, darte esperanza en medio de tu dolor. Jesús ya está haciendo un milagro en tu vida. Tú solo tienes que abrir tu corazón para percibirlo.

Ricardo Bentancur es editor de la revista El Centinela.

Editorial: Milagros de vida, sanidad y esperanza

por Ricardo Bentancur
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2025