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Los años han pasado y aunque he olvidado muchos nombres de personas relacionadas con mi niñez, el de Reynaldo, un compañero de clase de quinto grado, y lo que escribió en mi autógrafo, han permanecido en mi memoria: “Ana Rosa la fea, eres tan gorda y tan fea que pareces una batea”.1 ¿Por qué recuerdo esas palabras? Porque desde que es niña, toda mujer anhela ser bonita, conquistar el mundo y también que algún “príncipe”, al mirarla, se sienta atraído hacia ella. Aquel día, Reynaldo asestó un duro golpe a mi frágil estima propia.

Hoy día, en su afán por ser bellas a toda costa, muchas mujeres están sufriendo desequilibrios emocionales, deformaciones físicas y hasta la muerte. Los medios de difusión presentan frecuentemente historias como éstas:

Ciudad de México – La famosa cantante Alejandra Guzmán fue hospitalizada debido a una infección causada por inyecciones aplicadas en sus glúteos2 (los que, por vanidad, quería aumentar).

Medellín, Colombia - Doscientas mujeres sufrieron mutilaciones corporales debido a prácticas deficientes de implantes y cirugías estéticas.3

Las Vegas, Estados Unidos - La vida de una mujer hispana terminó trágicamente luego de someterse a una cirugía para mejorar su figura.4

Estos problemas no están solo confinados a las cirugías estéticas. La anorexia5 y la bulimia6 han causado la muerte de jóvenes como la modelo uruguaya Luisiel Ramos7, quien durante tres meses solo ingirió lechuga y Diet Coke con el propósito de obtener “un cuerpo estilizado y hermoso”.

El problema

Hollywood, los programas televisivos, las modelos de pasarelas y los concursos de belleza, han influido sobre el concepto popular de la estética y erróneamente han convencido a millones de que lo más importante en la vida es un rostro bonito y un cuerpo “sexy”.

La cadena Univisión documentó que la novela “La fea más bella” rompió records de tele-audiencia. Sin dudas todos esperaban que finalmente la muchacha “fea” se convirtiera en una joven “hermosa y atractiva”.

Existe un gran peligro en fundamentar la estima propia en la apariencia física. ¡Nada podría ser más errado! Si la belleza externa garantizase la felicidad, las “estrellas de Hollywood y de la televisión” serían los seres más felices y equilibrados del planeta, pero en realidad ellos constituyen uno de los segmentos más desajustados y disfuncionales de la sociedad. Lo cierto es que la belleza de la mujer depende de muchos otros factores, el principal de los cuales es su condición de hija de Dios.

El exterior no es lo más importante

Una persona puede ir al quirófano para obtener un hermoso cuerpo, pero si interiormente es codiciosa, impaciente, iracunda, celosa, etc., la cirugía estética no cambiará estos rasgos negativos del carácter y ni los espejuelos oscuros podrán ocultar la fealdad que emana de su corazón.

El interior de tu ser no se quiebra con facilidad. El exterior es muy frágil y está sujeto a los altibajos de la vida. Tal vez te has preguntado: ¿Cuántos años permaneceré joven? Al pasar por las diferentes etapas de la vida, es normal que se pierda el frescor inherente de la juventud. No obstante, si tus valores internos tales como el amor, la moralidad, el respeto, la cortesía, la temperancia, etc. han crecido a través de los años, poseerás una belleza radiante, atractiva y contagiosa contra la cual no podrá competir la adquirida por procesos médicos artificiales.

La autoestima

En la década de los 60, el psicólogo Abraham Maslow8 comenzó a hablar de la autoestima. Hoy la mayoría de los psicólogos concuerda en que el aceptarse y respetarse a sí mismo es indispensable para alcanzar niveles óptimos de bienestar personal y social.

En una entrevista para el Canal 2 de la televisión mexicana, el psicólogo Aarón Pacheco9, hablando acerca de la estima propia, mencionó tres factores indispensables para elevarla:

  1. El conocimiento propio. Debemos conocernos a nosotras mismas; es decir, saber quiénes somos en realidad.
  2. La autoevaluación. Debemos saber autocriticarnos en forma constructiva y honesta.>
  3. La autoaceptación. Necesitamos desarrollar la capacidad de aceptar lo que no se puede cambiar, como la estatura, y trabajar en lo que, siendo realistas, podemos mejorar.

Tu concepto de ti misma se ha formado a través de los años y mayormente está basado en las impresiones recibidas de quienes te rodean y del medio ambiente. Estos factores pueden haber distorsionado tu concepto personal. Muchos piensan equivocadamente que no sentirse realizados en el trabajo, la familia, la sociedad, etc., se resolvería mejorando la apariencia física por medios artificiales. Sin embargo, la solución es otra. Nuestro Creador, quien nos conoce mejor que nadie y desea elevar nuestra estima propia para que seamos felices, nos recuerda que fuimos creados a su imagen y semejanza (ver Génesis 1:26). ¡Y eso es lo que realmente nos da valor!

Lucir bien

Lucir bien es algo importante para toda mujer. A veces nos sentimos “feas” porque no hacemos algunas cosas básicas para mejorar la apariencia, tales como seguir un plan saludable de alimentación y ejercicios; aprender a escoger los colores de ropa que coordinen con nuestra piel; tener un corte de pelo adecuado a la simetría de nuestro rostro, etc. Pero para embellecer tu “interior” debes actuar de manera diferente.

Tu interior

La belleza externa proviene mayormente de factores genéticos. La interna se obtiene aceptando que somos importantes para Dios y que, aunque el pecado ha distorsionado esta realidad, Dios todavía está dispuesto a restaurarla.

Hace unos días una amiga me envió un correo electrónico pidiéndome que contestase preguntas sobre mis características físicas. Al final recibiría una foto de mi persona, pero lo que apareció fue el rostro de Jesús. El mensaje era obvio: “Independientemente de nuestros rasgos físicos, lo importante es que todos, creámoslo o no, reflejamos la imagen de Dios” (ver Génesis 1:27).

Pudieras preguntarte, ¿cómo puedo cambiar mi interior? ¿Qué hago para elevar mi estima propia? El Señor te dice: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23:26). ¡Él es el único que puede cambiarlo!

Tú no estás aquí por casualidad, Dios tiene un propósito importante para tu vida. Tu autoestima debe basarse en la convicción de que Jesús te ama (ver S. Juan 3:16) y que le perteneces no solo porque te creó, sino porque también te redimió.

¿Quién osaría señalar defectos físicos en un rostro lleno de paz e iluminado por la autoestima que proviene de Jesús? Un carácter amoroso, dulce y apacible es la meta de Dios para tu vida, porque esto constituye la clave de una autoestima positiva, tu éxito y tu felicidad.

Ábrele tu corazón al Señor. Ponte en sus manos. Estudia su Palabra. Pídele en oración que te fortalezca interiormente. Cuando sin reservas coloques tu vida en las diestras manos del cirujano del Universo, aunque no ganes ningún concurso de belleza, serás la mujer más realizada, feliz y hermosa del planeta.

1Batea - Recipiente de forma normalmente cúbica que se usa para el lavado.www.rae.es
2http://www.tabascohoy.com.mx/noticia.php?id_nota=181462
3http://www.radiosantafe.com/2009/01/02/200-mujeres-mutiladas-en-clinicas-de-estetica-ilegales-de-medellin
4http://onestopnewsstand.com/lasvegas/mujer-muere-tras-recibir-una-cirugia-clandestina
5Falta anormal de ganas de comer, dentro de un cuadro depresivo, por lo general en mujeres adolescentes, que puede ser muy grave. www.rae.es
6Gana desmesurada de comer, que difícilmente se satisface. Vomitar después de comer. www.rae.es
7http://en.m.wikipedia.org/wiki/Luisel_Ramos
8http://www.suite101.net/content/de-que-estamos-hablando-cuando-decimos-autoestima-a34020
9XHYTV TCCanal2 SIPE-sureste de México.


La autora es escritora y traductora profesional. Escribe para EL CENTINENLA desde Lees Summit, Missouri.

Bellas a toda costa

por Ana Rosa Chaviano
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2011