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Hace pocos días, la fiscal de los Estados Unidos, Loretta Lynch, calificó a FIFA, el organismo que regula el fútbol mundial, como una organización de corrupción “rampante, sistémica y profundamente arraigada”. Y así destapó la olla de una cadena de sobornos, lavado de dinero y tráfico de influencias que ataba a varios vicepresidentes del organismo internacional. Finalmente, el presidente Joseph Blatter renunció.

Son interesantes los tres adjetivos usados por la fiscal: rampante, sistémica y arraigada. El director técnico de la selección uruguaya de fútbol, Washington Tabárez, definió esos adjetivos: “Rampante viene de la imagen del león rampante… que está con el brazo estirado y la garra abierta. Es alguien que busca la vuelta para encontrar cualquier camino para lograr lo que quiere. Tiene que ver con la codicia y la desmesura. Sistémica porque se aprovechó de un sistema para desarrollar esa actividad: la FIFA. Y arraigada porque viene sucediendo desde hace mucho tiempo”. Esto lo dice todo.

Hay corrupción porque el ser humano es corruptible. La ineficiencia individual es corrupción. Ganar un sueldo sin trabajar responsable y eficientemente es corrupción. Utilizar las funciones y medios a disposición para sacar provecho económico o de otra índole es corrupción. La corrupción es tan vieja como la humanidad, y goza de mucha salud. Pero dice la Biblia que el corrupto se convierte en un esclavo: “Son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:19).

Sin embargo, hay perdón: “Mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (Isaías 38:17).

Y esperanza: “Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo, así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente… Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan…la muerte los pastoreará… No temas cuando se enriquece alguno, cuando aumenta la gloria de su casa; porque cuando muera no llevará nada” (Salmo 49:1-17). Pero para el que confía en Jehová, Dios redimirá [su] vida del poder del Seol, porque él [lo] tomará consigo” (vers. 15).

El autor es el editor de la revista El Centinela.

Los adjetivos de la corrupciĆ³n

por Ricardo Bentancur
  
Tomado de El Centinela®
de Agosto 2015