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Mi padre fue muy bueno conmigo. El proverbio que dice: “Cuando un padre deja tantos ayeres felices, su amor durará a través de todos tus maóanas”, puede aplicarse a mi padre.

Aunque mi padre ya no vive, los recuerdos de tantos ayeres felices siguen intactos. él quería que le obedeciera y lo respetara por amor. Una de esas memorias tiene que ver con su altruismo. él trabajaba para brindarme lo mejor. Pocas veces me pedía que lo ayudara en su trabajo, más bien solía decirme: “Tu trabajo es estudiar”. Cuando yo llegaba de la escuela, él casi me exigía que comiera y descansara; y los veranos eran de ensueóo: me dedicaba a “descansar” del aóo escolar. Mientras tanto, mi padre trabajaba. Suena injusto: mientras él trabajaba yo descansaba, pero esta no fue mi decisión sino la suya.

El Dios de la Biblia se ha revelado como un Padre especial. Anhela que lo obedezcamos y lo adoremos solo por amor. El cristianismo es el único sistema religioso que invita a amar al Ser divino. Sin amor, nuestra adoración a Dios no cuenta. él nos invita a adorarlo porque así  somos transformados a su imagen. “Mirando. . . la gloria del Seóor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Seóor” (2 Corintios 3:18). Pero también el Padre celestial es altruista. él trabaja para que nosotros descansemos, y espera que durante el sábado disfrutemos de su presencia como en ningún otro momento en la semana.

La importancia del sábado

Abundan en la Santa Biblia las razones para observar el sábado como día de reposo. Estas son algunas: Dios reposó, apartó y bendijo el sábado (Génesis 2:2, 3). Es uno de los Diez Mandamientos (éxodo 20:8-11). En los tiempos bíblicos no se debía hacer ningún negocio en sábado (Nehemías 10:31). El sábado es la seóal entre Dios y sus seguidores (Ezequiel 20:13, 20). Jesús descansó e hizo el bien en sábado (S. Lucas 4:16). Los que amaban a Jesús guardaban el sábado (S. Lucas 23:54-56; Hechos 13:27, 42, 44; 17:2). No existe una sola declaración bíblica que mande reposar en otro día.

Una de las razones por las que la observancia del sábado es un mandamiento, es porque Dios quiere que descansemos y así obtengamos grandes beneficios. Estos son algunos: El descanso sabático es diferente al de cualquier otro día. La palabra hebrea Shabbat quiere decir “cesar” o “parar”. En sábado hacemos una pausa, y no seguimos la corriente agotadora de la sociedad.

El descanso sabático otorga sentido de pertenencia. La grandeza del evangelio es que somos amados por el Padre. No podemos aumentar ni disminuir su amor. Cada semana reconocemos que le pertenecemos, y la importancia de crecer en comunidad. Durante la semana son muchos los que viven sin reconocimiento ni amor, pero en el sábado no, porque es día de “santa convocación” (Levítico 23:3). En sábado podemos reunirnos con nuestros amados.

El descanso sabático genera expectativa. Hace poco cumplí cuarenta aóos. Mi esposa siempre ha sido detallista con sus regalos, y el solo pensar que en esa ocasión me daría algo especial, me producía un agradable suspenso. Podemos experimentar esto cada semana: esperar el sábado con gozo.

El descanso sabático ofrece alivio espiritual. Descansar en sábado significa que es Dios quien trabaja (S. Juan 5:17). Jesús descansó en sábado al terminar su actividad creadora y redentora. La razón para la observancia del sábado es que Dios es el Creador y el Salvador (éxodo 20:11; Deuteronomio 5:15). Es Dios quien llama, perdona y restaura. Es él quien trabaja, y quien invita a descansar.

El descanso sabático ofrece alivio físico. Después de cuarenta horas o más de trabajo, nada se compara con una pausa renovadora. El descanso físico promueve la felicidad. La persona feliz construye una mejor familia, una mejor sociedad. Huyamos de lo rutinario.

El descanso sabático ofrece alivio del materialismo. En medio de un sistema consumista, la observancia del sábado produce una despreocupación por lo material, siempre y cuando se reconozca a Dios como proveedor de los satisfactores genuinos. Jesús dijo que si le concedemos a Dios el primer lugar en nuestros afectos, nuestras necesidades materiales serán satisfechas (S. Mateo 6:33). Además, el descanso sabático en Cristo nos libera del espíritu de competencia y de la ansiedad por producir o conseguir cosas irrelevantes.

El descanso sabático invita a servir. El sábado es un día para el altruismo (S. Mateo 12:11, 12). Somos egoístas, pero en el descanso sabático con Cristo nos olvidamos de nosotros y pensamos en los que sufren. Y cuando los socorremos, obtenemos la satisfacción de haberles sido útiles.

Conclusión

El cumplimiento de los buenos compromisos nos hace mejores personas. El compromiso de descansar en sábado nos otorgará una paz inefable, pero la negación a observar este día es en sí misma un castigo. Quien no descansa el sábado con Cristo es absorbido por una rutina que erosiona su salud y lo priva del gozo de convivir con Dios.

Tal vez no tuviste un padre como el mío, pero tienes un Padre celestial que te ama y quiere verte feliz. él trabaja para que tú descanses. Estas son buenas noticias. Date una vacación semanal: cada sábado, experimenta la delicia de descansar en la presencia del Padre que te ama.

El autor es ministro adventista. Escribe desde Honolulú, Hawai.

“Descansa, que yo trabajo”

por Eliezer Graterol
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2016