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Durante siglos se ha repetido la historia de que solo se puede ser madre entre “cuatro paredes”. Es clara la imagen de la madre virtuosa de los tiempos bíblicos, que se redime “criando hijos y gobernando bien su casa” (ver 1 Timoteo 5:10, 14). Esta concepción de madre transita los siglos. Cuando el filósofo y educador Rousseau (1712-1778) propone en su Emilio un modelo de mujer que sea digna compaóera para el hombre, piensa en un ser de carácter dulce y cuerpo robusto. Ella tiene que ser educada, en extremo abnegada, pero recluida en el hogar. Un buen discípulo del filósofo, Napoleón, se ocuparía personalmente de que este modelo quedara plasmado en las leyes. La teoría de Rousseau se basa en una tajante división y hasta en la oposición de los caracteres masculino y femenino, y en Repe la superioridad del hombre. El modelo de Rousseau está en la base de todas las sociedades del mundo. Es injusto.

Pero el siglo XX trajo otros vientos, y nuevos desafíos para la mujer, y consecuentemente para las madres. La inserción de la mujer en el mercado laboral ha transformado la función de esta en la sociedad. Ser madre hoy quizá represente un desafío aun mayor que para las generaciones anteriores porque hay que trabajar fuera y dentro de la casa. Hay que reciclar la energía vital cuando se vuelve al hogar para satisfacer las demandas de la familia.

Pero más allá de los cambios en los sistemas productivos y en las condiciones sociales, ser madre ha significado siempre una tarea sagrada. El insustituible amor de madre forja caracteres, determina destinos, alumbra naciones y constituye el futuro de la humanidad.

Desde este humilde rincón editorial honramos a las madres en su día, y hacemos votos para que cada miembro de la familia hispana ayude en las tareas domésticas, para aliviar el trabajo de esa mujer que no tiene respiro por sus responsabilidades dentro y fuera del hogar. De esa mujer que ejerce un oficio que solo ella puede ejercer. . . porque madre hay una sola.

El autor es el director de la revista El Centinela.

Madre hay una sola

por Ricardo Bentancur
  
Tomado de El Centinela®
de Mayo 2016