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La figura de Cristo ilumina al mundo, su encarnación dignifica al hombre, su sacrificio lo exalta.

Cristo se adaptó a toda carencia humana. Doquiera iba, llegaba para ayudar. Si había hambre, él multiplicaba el pan. Si había enfermos, él los sanaba. Si la tormenta amenazaba la barca, él la reprendía. Si un muerto era llevado al cementerio, él lo despertaba.

Jesús no tenía prejuicios. Ayudaba a los romanos que le pedían un favor, aunque Roma sojuzgara a su pueblo. Se acercaba a los samaritanos aunque ellos odiaran a los judíos. Atendía a las mujeres y a los niños menospreciados por los hombres.

Y así anduvo su senda, sembrando favores y segando alabanzas. Y un día entregó la vida sin quejas ni reproches. Ese día, lo peor del hombre y lo mejor de Dios se encontraron en el Calvario. Ahí estaban, a la vista del universo: el hombre matando a Dios; Dios muriendo por el hombre. Y se consumó el acto redentor.

Este es el relato de nuestra vileza y de su gloria: “Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (S. Lucas 23:33, 34).

Sus amigos lloraron su suerte, sobre todo la de ellos, porque pronto dijeron: “Nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (S. Lucas 24:21).

Jesús nos sorprende y nos reprende con su ética piadosa. Vivió amando y así murió.

Sí, Jesús fue el satisfactor de nuestras necesidades. Estábamos solos ante el secuestrador diabólico y él vino a rescatarnos. Nos consumían las enfermedades y él se acercó a nuestro lecho. El hambre nos mordía las entrañas y él proveyó el pan.

En la remota eternidad supo que necesitaríamos a un Justo que muriera en nuestro lugar para eludir el castigo del juicio final (Apocalipsis 13:8), y vino al mundo, se echó a cuestas la cruz, y dio la vida por todos. “Cristo murió por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3). Adoremos a Jesús. Él lo merece. Se lo ha ganado.


El autor es el editor asistente de la revista El Centinela.

Merecedor de alabanza

por Alfredo Campechano
  
Tomado de El Centinela®
de Abril 2015