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Un hombre de negocios me pidió que le hiciera una visita pastoral. Este caballero disfrutaba de los beneficios materiales que provienen de las ganancias financieras, pero ese día me confió: “Pastor, he logrado mucho en la vida, tengo mi hogar, propiedades, negocios, riquezas y amistades, pero siento un vacío en mi alma y experimento ansiedad y luchas internas. Además, reconozco que necesito entregar mi vida a Cristo; sé que solo él puede llenar mi vacío y darme paz, pero comprendo que al seguir a Cristo debo dejar ciertas amistades, mejorar mi conducta, y probablemente hacer ajustes en algunos de mis negocios —hizo una pausa, y luego aóadió—: Quiero entregar mi vida a Cristo, pero me falta fe ¿Cómo puedo tener más fe?”

A través de las edades, muchas personas se han preguntado lo mismo: “¿Cómo puedo tener esa fe que transforma, que imparte firmeza y aliento, que capacita y sostiene, que insufla determinación, serenidad y una confianza inquebrantable en Dios?” La Palabra de Dios nos dice: “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

En este texto está el secreto para obtener ese tipo de fe. Para lograrla, se debe estar dispuesto a oír la palabra bendita e inspirada de Dios; y como consecuencia vendrá la fe. El sabio Salomón escribió: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. . . porque son vida a los que las hallan” (Proverbios 4:20-22). El mensaje es claro: Cuando te dispongas a oír la Palabra de Dios, debes hacerlo con suma atención. Tus sentidos deben estar listos para captar lo que Dios te quiere comunicar por medio del estudio de la Biblia. Dejando a un lado tus ideas preconcebidas, inclínate humilde y atentamente delante de Dios, esperando que te sostenga, te fortalezca, te dé aliento, y colme tu corazón de paz. En la Biblia encontrarás la totalidad del consejo divino necesario para tener una fe que te habilite para enfrentar cualquier desafío o adversidad.

Cristo Jesús dijo también: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (S. Mateo 4:4). El verbo “sale” se encuentra en presente continuo. Cristo está enfatizando que el hombre ha de permanecer alimentándose de la Palabra de Dios, y como resultado podrá disfrutar de una fe viva, estable y firme.

El apóstol Pablo agrega otra revelación muy importante: “El espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). Es decir, cuando te dispones a pedir auxilio a Dios, a buscarlo, a clamar a él y escucharlo, a estar en comunión con él por medio del estudio de una porción de las Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo le infunde vida a esa porción de la Biblia y la aplica a tu vida, y así suple la necesidad espiritual específica que tienes. Sí, el Espíritu te alienta, te comunica esperanza, te vivifica, te sostiene, te da entereza y todos los ingredientes necesarios para ser una persona de fe. Son ingredientes que te habilitarán para lidiar con tus cargas, penas y desafíos, con tus dolores y tus necesidades diarias. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

El autor es dirigente de las iglesias adventistas de habla castellana en Arizona, California, Hawaii, Nevada y Utah.

Pero… me falta fe

por Alberto Ingleton
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2019